sábado, 27 de noviembre de 2010
INSTITUCION EDUCATIVA ANTONIA SANTOS
por:ANDRES ALDANA
El INAS como comun mente se le llama es una de la Instituciones del municipio de since ,el cual este año a cosechado triunfos una fecha que nunca se les va a olvidar alos INASISTA es el 20 de noviembre de 2010 . en donde el colegio octuvo diferentes reconosimientos en diferentes campos de la cultura como lo son : primer puesto en el concurso regional de bandas que se realizo en ciudad de monteria, ganadora del reinado intercolegial del poro en la ciudad de colo´razal en donde fue coronada ANGELICA CONTRERA como reina del poro y de igual forma el triunfo obtenido por ANDRES ALDANA en el concurso de narrativas locales que realizo el ministerio nacional.
PERSONAJES SINCEANOS QUE HAN HECHO MEMORIA..................
EVARISTO ACOSTA
por : ANDRES ALDANA
es uno de los ancianos que se an encargado de difundir ala cominidad sinceana toda la historia de este bello municipio y contar todas las anecdotas de los abuelos del pasado que hoy no se incuentran presente con nosotros es por esto que hoy en dia es importante historiador sinceano a ayudado ala cultura de los sinceanos y de que las costumbres pasadas no se pierdan.
ESTA ES UNO DE LOS PERSONAJES DE LA CULTURA SINCEANA QUE PERMANESERAN OTRAVES DE LA HISTORIA YA QUE ESTA ES UNA DE LAS LOCAS MAS REPRESENTATIVAS DE SINCE
LAS CORRALEJAS DE SINCE UNA TRADICION
La fista de toros de since "las corralejas del vicentenario" esta la mejor tarde de toros que se halla jugado en since en los 125 años que se llevan jugando toros organizados en el municipio de since.
los toros eran propiedad del doctor ALVARO OLIVER el cual jugo 45 toros los cuale mostraron lidia en toda la tarde, apesar de la lluvia que se presentaron este dia
los toros eran propiedad del doctor ALVARO OLIVER el cual jugo 45 toros los cuale mostraron lidia en toda la tarde, apesar de la lluvia que se presentaron este dia
jueves, 25 de noviembre de 2010
Antonio de la Torre y Miranda, Un Soldado distinguido Fundador de poblaciones
Existen hombres que escriben la historia, sus actos perduran y trascienden en el tiempo. Uno de ellos fue el Teniente Coronel Don Antonio de la Torre y Miranda, quien con su arduo trabajo y de forma memorable contribuyó al desarrollo de lo que hoy es nuestro país.
Este oficial español, nació en Villada, municipio de la provincia de Palencia, España, el 29 de diciembre de 1734. Sus padres, Don Jacinto y Doña María, pertenecientes a la clase noble, lo bautizaron el 4 de enero de 1735 en la iglesia de Santa María.
Su ingreso al servicio del real ejército español se dio después de históricas derrotas de España, una de ellas ante Inglaterra y que destruyó por completo su armada. Para el año de 1714, el rey Felipe VI reconstruye la armada española y para tal fin en, 1717, se creó la Compañía de caballeros guardias marinas, tratando de incorporar a jóvenes de familias de la pequeña y mediana nobleza. Es así, como De la Torre, empieza a servir en el real ejército español en calidad de soldado distinguido en los batallones de marina, a los 19 años de edad, el 27 de junio de 1753. Posteriormente, en 1756 realiza sus primeras expediciones marítimas a bordo de los navíos Soberano, Astrea y Dichoso, es allí donde conoce a Manuel de Guirior y Portal, quien sería determinante en su carrera militar en suelo americano, puesto que, en 1771, es designado virrey en el Nuevo Reino de Granada, lo que contribuyó al nombramiento de De la Torre como teniente veterano de las milicias a formarse en Cartagena de Indias.
Es en el desempeño de este cargo que Juan de Torrezar Díaz Pimienta, gobernador de Cartagena, lo comisiona para “reducir en poblaciones formales las infinitas almas que vivían dispersas en la provincia internadas en los montes faltos de religión, policía y nacionalidad, siendo perjudiciales para el Estado”. Como consecuencia de lo anterior, fundó o refundó cuarenta y tres (43) pueblos, en seis expediciones realizadas entre 1774 y 1778.
Entre las poblaciones fundadas o refundadas por De la Torre, están: en lo que hoy es el departamento de Bolívar los pueblos de Santa Ana de Barú, San Joseph de Rocha, Pasacaballos, Nuestra Señora de la Candelaria de Arjona, La Purísima Concepción de Ternera, San Juan de Tirimaguaco (hoy Villanueva), Santa Rosa de Flamenco, San Joseph de Jojolo (desaparecido), Nuestra Señora del Carmen, San Jacinto, San Juan Nepomuceno, San Cayetano, Cascajal, Tacaloa, Tacamocho, Nuestra Señora de la Candelaria de Magangué, San Sebastián de Madrid, El Retiro, Tacasaluma, San Agustín de Playa Blanca; en Sucre los poblados de San Benito Abad, San Luis de Sincé, San José de Corozal, San Francisco de Asís (hoy Ovejas), San Cristóbal (hoy Caracol), Santo Tomás Canturiense (hoy Buenavista), San Francisco de Asís de Sincelejo, Santiago Apóstol, San Antonio Abad (hoy Palmito), San Onofre ; en Córdoba las ciudades de San Rafael de Chinú, San Juan de Sahagún, San Antonio de Momil, Santacruz de Lorica, San Bernardo Abad (hoy del Viento), San Pedro Aposto de Pichirroy, San José de Ciénaga de Oro, Antero (hoy San Antero), San Edmigio o Chima, San Jerónimo de Buenavista (hoy Montería), San Carlos de Colosina, San Pelayo, Purísima Concepción.
Para el caso específico de Sincé, es importante aclarar que lo que se hizo fue una refundación de la población, en razón a que a la llegada de los conquistadores ya existía una gran comunidad indígena habitando estas tierras. Precisamente, en el año de 1560 el oidor Melchor Pérez de Arteaga, enviado por la Audiencia de Santafé, pudo tasar por estos lares dos sementeras (tierra sembrada) y dieciséis (16) indios como encomienda de Leonor de Oliveros. Así mismo, para este mismo año aparece como encomendero de Sincé, Alonso de Carvajal.
Posteriormente, en 1561 la tierra sinceana pasa a ser encomienda de Baltasar Párraga, y la mencionada Leonor de Oliveros. Luego en 1653 paso a manos de Diego de Mesa y cumplido el término quedó libre de encomienda y de tributo. Es así como, según el Obispo Diego de Peredo en 1672 se encontraba “una feligresía de libres con doscientas diez familias esparcidas con seiscientas ochenta y ocho almas de confesión y diecinueve esclavos”.
A la llegada de De la Torre, algunas personas vivían en lo que era el antiguo pueblo indígena, ubicado en las tierras de lo que se conoce como Sinceviejo, y las otras se hallaban diseminadas en sus inmediaciones dedicadas según él a “la fabricación clandestina de aguardiente”.
La refundación del pueblo se realizó el 10 de noviembre de 1775 como una de las acciones de un plan mayor que buscaba permitir dar comunicación a los ríos de La Magdalena y Cauca. Sobre este hecho el oficial español escribió “fundando con este objeto la nueva población de Sinse en la que se establecieron 330 vecinos con 1580 almas, que vivían esparcidas y a tan larga distancia que varios adultos de ambos sexos, desde que se bautizaron, no habían vuelto a la Iglesia”. De lo anterior, llama la atención la referencia que él hace del nombre del pueblo como “Sinse”, sin dudas, sería muy interesante investigar por qué este cambio al nombre actual.
Además de lo anterior, este personaje, que parece sacado de una película de aventuras, exploró la zona del Darién y el río Atrato con el objetivo de establecer una mejor ruta que permitiera el trasporte de mercancías desde Cartagena hasta el Chocó, porque el camino que se utilizaba hasta entonces, era más largo, complicado y costoso. Lamentablemente, por haber enfermado gravemente vio frustrado su plan de fundar catorce poblaciones en esta zona, lo que de alguna forma limitó el futuro desarrollo de esta vasta región.
Entre los viajes extraordinarios realizados por De la Torre, estuvo el que le encomendó el Virrey Manuel Antonio Flórez, quien en 1781, decidió incluirlo en una expedición que tenía por objetivo sofocar la insurrección comunera, trazar los caminos en tierras del Meta y el Orinoco y el puerto de Macuco, además de verificar que posibilidades tenían las fuerzas extranjeras de penetrar en el territorio del Nuevo Reino de Granada.
Por otro lado, el oficial español fue un colaborador del Sabio José Celestino Mutis, director de la Real Expedición Botánica, ayudándole a descubrir una especie de quina no conocida, la cual hallo en el valle de Fusagasugá.
Como se menciono, en sus expediciones por el Atrato el expedicionario adquirió una enfermedad que lo aquejó por muchos años. No obstante, fue nombrado como agregado ayudante de las milicias en Mompox, cargo del que tuvo que ser trasladado por sus achaques de salud.
Para el año de 1789, después de vivir 16 años en América, y de llevar una fuerte lucha para que se le reconocieran los ascensos en el escalafón militar, viajó a España. Allí sirvió un tiempo en la Plaza de Zamora y en el Puerto de Santa María, provincia de Cádiz.
Es en este último lugar, donde fallece Don Antonio de la Torre y Miranda, el 6 de febrero de 1805, dejando escrita, con sus acciones valerosas, una parte de la historia de muchos pueblos de nuestra región. Aunque muchos de ellos en la actualidad solo lo tengan como una vaga referencia histórica.
REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS
BORREGO PLA, MARÍA DEL CARMEN. Cartagena en el siglo XVI. Sevilla, Escuela superior de Estudios Hispanoamericanos.
MORENO DE ÁNGEL, PILAR. Antonio de la Torre y Miranda, Viajero y poblador. Editorial Planeta. Santafé de Bogotá, 1993.
TORRE Y MIRANDA, ANTONIO DE LA. Noticia individual de las poblaciones nuevamente fundadas por el teniente coronel de infantería D. Antonio de la Torre y Miranda. Biblioteca Luis Ángel Arango, 1795.
ZAPATA, RODRIGO. Encomiendas, encomenderos e indígenas tributarios del Nuevo Reino de Granada en el siglo XVII. Bogotá: Anuario Colombiano de Historia Social y de la Cultura, 1964
PARODIA "LA MATANZA DEL TIGRE"
El corazón se me quiere salir del susto, que miedo, se acerca, ya viene y yo pego un carreron de los mil demonios.
Miro para un lado y para el otro, no encuentro donde meterme, ¡hay Dios!, quisiera, en estos momentos , ser una hormiguita para caber en cualquier hueco… ¡ahhhh, auxilio!, eso,…. fue lo último que recuerdo, que pronuncie antes de caer como cualquier papaya partida, en el corredor de la niña Chila, todos corrieron , se desmayó, gritaban las muchachas, miércoles se murió , corran cojanla, decía mi mamá , petrificada del susto, al ver semejante escena.
Cuando abrí los ojos, después que me echaron una totuma de agua bien fría en la cara, mire de nuevo, para todos los lados y solo veía ojos despepitados y manos que con cartón danzaban de un lado a otro para darme aire.
Como pude, me levante del suelo, me sacudí las nalgas y de nuevo, en dos saltos trate de llegar al portón de la casa donde mi mamá que me esperaba con tremenda cara, pero no de rabia ni de susto, sino, muerta de risa, por que a ella, al igual, que a la niña chila, la niña Ligia y la niña Lucy, les fascinaba mandar a entrar a las casas a ese animal, el más monstruoso y terrible que puede salir en Sincé, EL TIGRE…
Ese disfraz familiar del tigre, que parodia una escena de lo que era Sincé en la época de la colonia, cuando de cada finca salían los animales pero de verdad, el tigre, los que azotaban las montañas y se comían cada vaca, cada caballo, cada gallina, cada animal vivo que existía en los corrales.
Esa caricatura hoy se pasea por las calles, pero igual, que en tiempos memoriales asustan, ellos hoy, hombres disfrazados con sacos pintados, con emparapetadas máscaras hechas de totuma que simulan la cara del horrible animal, con bigotes y orejas grandotas. Junto a su figura feroz, no menos intimidatorios está el del galón, el hijo y los incomparables amigos del hombre los perros.
Pero es quizás el del galón, el que con su choaca de tabaco, su sombrero viejo, la lanza , sus chancletotas y su bullicioso galón viejo, lleno de piedras, es el que despierta la sensación y sin querer , da el aviso a que se aproxima el fiero animal.
Y fue así, de nuevo estaba frente a frente al animal, sus mangas largas y calientes me daban palmadas en las piernas, las que me temblaban como gelatina, las que no podían sostenerme más en pie, en una abrir y cerrar de ojos, esa alimaña se me tiro encima, me recostó a la pared de tabla de la casa vieja y empezó hacer un ruido tan asustador, que no se como, pero me le escabullí por medio de las patas y de un impulso, entre a la casa y me refugié en el lugar donde nunca pensé que llegaría ¡la cocina!.
Cuando, ya el corazón, me estaba latiendo normal y más calmada recostada en el mesón de madera, escuche a mi mamá, llamar a la muchacha para que le trajera el platico tapado que estaba en la mesa, al notar que ya nada malo podía pasar, asome la cabeza entre la puerta y con asombro vi, que el que me llevaba todas las tardes donde mi abuelo Luis Carlos, agarrado de mano, se había convertido en el horrible animal, lo vi y no lo podía creer, miraba, y miraba , me sobaba los ojos para estar más segura, era Roger Pontón , metido en el cuerpo de ese horrible animal.
Cuando mi mamá se dio cuenta que Yo estaba en la cocina, soltó la carcajada y me llamo, Any, sal que para que saludes al tigre.
Y Roger, con un pedazo de carne en la boca me dijo, ¡niña soy yo! Venga deme la mano.
Ese día entendí que las cosas por mucho que parezcan ficticias, tiran siempre a la realidad por eso procuro cada año compartir la parodia del tigre, hasta él punto, que entre mis recuerdos de juventud, cargo conmigo un saco viejo de tigre, el que muestro, para esta época y comparto junto a el las historias y anécdotas de infancia con mis hijos, a los que una vez en épocas de primaria disfracé de la parodia del tigre y hasta premios ganaron, quizás como recompensa a los días de nervios y angustias de mi niñez…
Miro para un lado y para el otro, no encuentro donde meterme, ¡hay Dios!, quisiera, en estos momentos , ser una hormiguita para caber en cualquier hueco… ¡ahhhh, auxilio!, eso,…. fue lo último que recuerdo, que pronuncie antes de caer como cualquier papaya partida, en el corredor de la niña Chila, todos corrieron , se desmayó, gritaban las muchachas, miércoles se murió , corran cojanla, decía mi mamá , petrificada del susto, al ver semejante escena.
Cuando abrí los ojos, después que me echaron una totuma de agua bien fría en la cara, mire de nuevo, para todos los lados y solo veía ojos despepitados y manos que con cartón danzaban de un lado a otro para darme aire.
Como pude, me levante del suelo, me sacudí las nalgas y de nuevo, en dos saltos trate de llegar al portón de la casa donde mi mamá que me esperaba con tremenda cara, pero no de rabia ni de susto, sino, muerta de risa, por que a ella, al igual, que a la niña chila, la niña Ligia y la niña Lucy, les fascinaba mandar a entrar a las casas a ese animal, el más monstruoso y terrible que puede salir en Sincé, EL TIGRE…
Ese disfraz familiar del tigre, que parodia una escena de lo que era Sincé en la época de la colonia, cuando de cada finca salían los animales pero de verdad, el tigre, los que azotaban las montañas y se comían cada vaca, cada caballo, cada gallina, cada animal vivo que existía en los corrales.
Esa caricatura hoy se pasea por las calles, pero igual, que en tiempos memoriales asustan, ellos hoy, hombres disfrazados con sacos pintados, con emparapetadas máscaras hechas de totuma que simulan la cara del horrible animal, con bigotes y orejas grandotas. Junto a su figura feroz, no menos intimidatorios está el del galón, el hijo y los incomparables amigos del hombre los perros.
Pero es quizás el del galón, el que con su choaca de tabaco, su sombrero viejo, la lanza , sus chancletotas y su bullicioso galón viejo, lleno de piedras, es el que despierta la sensación y sin querer , da el aviso a que se aproxima el fiero animal.
Y fue así, de nuevo estaba frente a frente al animal, sus mangas largas y calientes me daban palmadas en las piernas, las que me temblaban como gelatina, las que no podían sostenerme más en pie, en una abrir y cerrar de ojos, esa alimaña se me tiro encima, me recostó a la pared de tabla de la casa vieja y empezó hacer un ruido tan asustador, que no se como, pero me le escabullí por medio de las patas y de un impulso, entre a la casa y me refugié en el lugar donde nunca pensé que llegaría ¡la cocina!.
Cuando, ya el corazón, me estaba latiendo normal y más calmada recostada en el mesón de madera, escuche a mi mamá, llamar a la muchacha para que le trajera el platico tapado que estaba en la mesa, al notar que ya nada malo podía pasar, asome la cabeza entre la puerta y con asombro vi, que el que me llevaba todas las tardes donde mi abuelo Luis Carlos, agarrado de mano, se había convertido en el horrible animal, lo vi y no lo podía creer, miraba, y miraba , me sobaba los ojos para estar más segura, era Roger Pontón , metido en el cuerpo de ese horrible animal.
Cuando mi mamá se dio cuenta que Yo estaba en la cocina, soltó la carcajada y me llamo, Any, sal que para que saludes al tigre.
Y Roger, con un pedazo de carne en la boca me dijo, ¡niña soy yo! Venga deme la mano.
Ese día entendí que las cosas por mucho que parezcan ficticias, tiran siempre a la realidad por eso procuro cada año compartir la parodia del tigre, hasta él punto, que entre mis recuerdos de juventud, cargo conmigo un saco viejo de tigre, el que muestro, para esta época y comparto junto a el las historias y anécdotas de infancia con mis hijos, a los que una vez en épocas de primaria disfracé de la parodia del tigre y hasta premios ganaron, quizás como recompensa a los días de nervios y angustias de mi niñez…
HUELE A FIESTAS EN CORRALEJAS
Con sus colgandejos traídos de varias fiestas del departamento, familias enteras se mueven para ganarle a la vida unos centavos para sobrevivir. Colgadas en un chuzo improvisado con retales de palos y plástico tienden en las calles, las polleras de colores, los vestidos con el último grito de la moda, jeans, zapatillas deportivas, relojes chinos, sandalias, perfumes, y baratijas de todas las especies: llegaron los comerciantes de fiestas.
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